¿Cuándo se debe notificar RAMS?

Imagen
  Para el caso de profesionales de salud e instituciones prestadoras de servicios de salud pública y privada Para las reacciones adversas “no serias” se debe notificar en un máximo de 10 días hábiles a partir de la fecha en que se identificó el evento adverso. Para las reacciones adversas serias (graves) o amenaza de vida, inesperados, medicamentos de reciente comercialización y medicamentos de reciente incorporación a los listados institucionales se debe notificar en un máximo de 72 horas a partir de la fecha en que se identificó el evento adverso. Para los casos de “muerte” (incluye aquellos por causas no especificadas), se debe notificar en un máximo de 24 horas a partir de la fecha en que se identificó el evento adverso.  

Misteriosa enfermedad renal mata a miles en CA

En Chichigalpa, un pueblo de la región azucarera de Nicaragua, uno de cada cuatro hombres presenta síntomas de una deficiencia renal crónica; científicos no encuentran el origen de la enfermedad




Jesús Ignacio Flores comenzó a trabajar a los 16 años. Pasaba largas horas en sitios de construcción y en los campos de la plantación de azúcar más grande de su país. Hace tres años, sus riñones comenzaron a fallar. Llenaban su cuerpo de toxinas. Luego de una rápida agonía, falleció el 19 de enero en el patio de su casa, a los 51 años.
"Sus últimos cuatro meses fueron fatales, y el último, peor. 'Me estoy quemando', decía él", relató su esposa Gloria Esperanza Mayorga a la Associated Press. "No le paraba el hipo, no dormía, sufría calambres, dolores de cabeza, perdió el apetito, vomitaba el agua y los alimentos que trataba de ingerir, se le ampollaron la boca y (tenía) todo el cuerpo reseco, perdía la vista, no podía orinar, se levantaba de pronto desesperado y al final hablaba sólo y deliraba".
En Chichigalpa, un pueblo de la región azucarera de Nicaragua donde uno de cada cuatro hombres presenta síntomas de una deficiencia renal crónica, según estudios médicos realizados.
Una misteriosa epidemia está devastando la costa pacífica de América Central. Ha matado a más de 24 mil en El Salvador y Nicaragua desde 2000 y afecta a otros en proporciones jamás vistas antes. Los científicos dicen tener informes de que el fenómeno se ha propagado desde el sur de México hasta Panamá.
La situación cobró una gravedad tal que la ministra de salud de El Salvador, María Isabel Rodríguez, pidió ayuda internacional el año pasado, diciendo que la epidemia desbordaba el sistema de salud. "Es una enfermedad que viene sin aviso y cuando la descubren ya es tarde", dijo
Pacientes, médicos y numerosos activistas dicen que los causantes del mal son las sustancias químicas que los trabajadores han usado por años sin ninguna de las protecciones comunes en los países desarrollados.
Hay indicios, no obstante, que sustentan una hipótesis más compleja e insospechada. La raíz de la epidemia, según algunos científicos, parece yacer en la naturaleza del trabajo que hacían los afectados, campesinos, obreros de la construcción, mineros y otros que trabajaban hora tras hora sin beber suficiente agua bajo altas temperaturas, sometiendo a sus cuerpos a repetidas deshidrataciones e insolaciones.
Aumentan muertes por deficiencia renal crónica
En Nicaragua la cantidad de muertes por la deficiencia renal crónica subió de 466 en 2000 a mil 47 en 2010, según la Organización Panamericana de la Salud. En El Salvador ese organismo registró un incremento parecido, de mil 282 casos en el 2000 a los 2 mil 181 de 2010.
Más al sur, en las plantaciones de azúcar de Costa Rica, también se han registrado agudos aumentos en la incidencia del mal renal, según la médica Wesseling, al tiempo que las estadísticas del organismo panamericano indican que en el caso de Panamá las cifras están subiendo, aunque a un ritmo más lento.
El incremento en las estadísticas de la enfermedad podrían obedecer a que ahora se lleva mejor la cuenta de los casos, pero los científicos dicen que no hay dudas de que está ocurriendo algo mortal, algo que la medicina no conocía.
La doctora Wesseling, trabajando con científicos de Costa Rica, El Salvador y Nicaragua, estudió a grupos de la costa y los comparó con grupos con hábitos de trabajo similares, que también estuvieron expuestos a pesticidas, pero trabajaban en zonas a por lo menos 500 metros (1.500 pies) sobre el nivel del mar.
Un 30% de los trabajadores de la costa tenían niveles elevados de creatinina, lo que es un fuerte indicio de que el causante del mal es el ambiente más que los agroquímicos, de acuerdo con el epidemiólogo Brooks. Se espera que el estudio en el que trabaja sea publicado en revistas médicas en las próximas semanas.
A diferencia de Nicaragua, donde miles de personas con trastornos renales trabajaban en grandes plantaciones, en El Salvador abundan los pequeños campesinos independientes. Ellos atribuyen el mal a los agroquímicos y casi nadie ha cambiado sus hábitos de trabajo como consecuencia de las últimas investigaciones, que no han recibido demasiada difusión en el país. En Nicaragua el peligro es bien conocido, pero la gente del campo necesita trabajo.
laprensagrafica.com

Comentarios

Entradas populares de este blog

El grave problema de dar sobredosis de medicamentos en niños

Recomendaciones para prevenir el Dengue.