¿Cuándo se debe notificar RAMS?

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  Para el caso de profesionales de salud e instituciones prestadoras de servicios de salud pública y privada Para las reacciones adversas “no serias” se debe notificar en un máximo de 10 días hábiles a partir de la fecha en que se identificó el evento adverso. Para las reacciones adversas serias (graves) o amenaza de vida, inesperados, medicamentos de reciente comercialización y medicamentos de reciente incorporación a los listados institucionales se debe notificar en un máximo de 72 horas a partir de la fecha en que se identificó el evento adverso. Para los casos de “muerte” (incluye aquellos por causas no especificadas), se debe notificar en un máximo de 24 horas a partir de la fecha en que se identificó el evento adverso.  

Alcohol y píldoras anticonceptivas en la adolescencia, factores de riesgo cardiovascular


Investigadores del Royal Hospital de Perth, en Australia, han descubierto que los hábitos de vida durante la adolescencia pueden condicionar el riesgo cardiovascular de adultos. El estudio indica que ingerir alcohol en el caso de los chicos, píldoras anticonceptivas en el caso de las chicas y el consumo de sal o un elevado índice de masa corporal (IMC), para ambos sexos, se asocia a niveles más elevados de presión arterial.
Los resultados del estudio, publicado en la revista de la Sociedad Europea de Cardiología, que ha mostrado cómo la adolescencia es la etapa de la vida en la que los comportamientos «tienden a afianzarse», de ahí que con una serie de hábitos se pueden encontrar «importantes beneficios para la salud pública».
Para la investigación, los autores del estudio analizaron los resultados de la cohorte de embarazo de Australia Occidental gracias a los datos del estudio Raine, que incluía a 2.868 niños nacidos entre 1989 y 1992, a quienes posteriormente se les realizó un seguimiento a los 1, 2, 3, 5, 8, 10, 14 y 17 años de edad.
En total, los autores del estudio pudieron contar con 1.771 adolescentes, a quienes se les preguntó sobre el consumo de alcohol, tabaquismo, actividad física, uso de medicamentos con receta (incluyendo anticonceptivos orales) y los hábitos alimentarios.
«Consumo de alcohol»
Con la asociación entre cada uno de estos factores se calculó la presión sistólica y diastólica. De este modo, observaron que los niños tenían una presión sistólica en la sangre más alta que las niñas que no tomaron píldoras anticonceptivas.
En el caso de los chicos, por su parte, observaron cómo la presión arterial sistólica se asoció significativamente con el IMC, el sodio urinario (como marcador de la ingesta de sal) y el consumo de alcohol, e incluso cuando se ajusta por el IMC, la relación con el alcohol y la sal se mantuvo.
El estudio también encontró que la actividad física habitual se asocia con una menor presión arterial diastólica. Además, cuando midieron la presión sanguínea, vieron que aproximadamente el 24% de los adolescentes eran hipertensos o potenciales hipertensos, un 34% tenía sobrepeso y el 38% de los adolescentes obesos se encontraban en estas categorías de presión arterial alta.
Además, el uso de la píldora se asoció significativamente con la presión arterial elevada en las niñas, como por ejemplo la presión arterial sistólica, que fue más alta que los no usuarios de la píldora, al tiempo que aumentó aún más si venía aparejada de un incremento del IMC.
Según ha comentado uno de los autores del estudio, el investigador Chi Le-Ha, «los adolescentes necesitan ser conscientes de que un estilo de vida que predispone a la obesidad, un consumo elevado de sal y el consumo de alcohol puede conllevar consecuencias adversas para la salud durante la edad adulta».
«Los efectos son aditivos y ya están asociados con la hipertensión», ha lamentado, al tiempo que recomienda advertir a los jóvenes de que el consumo de anticonceptivos orales puede conllevar algunos riesgos.


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