Además,
suelen agravarse en situaciones de estreñimiento, ausencia de ejercicio físico,
determinadas actividades que comporten estar sentados durante horas (ciclismo o
equitación, por ejemplo), y el sobrepeso o la obesidad.
¿Qué podemos
hacer para prevenirlas?
*Intenta
evitar el estreñimiento con una dieta rica en fibra. Con ello, aumentará el
volumen de sus heces, estarán menos tiempo en el intestino, y tendrá menos
dolor al hacer de vientre.
*Bebe
abundantes líquidos (sobre todo, agua): Entre 2 y 3 litros al día.
*Practica
ejercicio físico de forma regular: Intenta caminar todos los días y evita ir en
bicicleta, montar a caballo o practicar remo.
*Evita estar
demasiado tiempo sentado en la taza del váter, así como la realización de
grandes esfuerzos durante las deposiciones.
*No reprimas
las ganas de defecar cuando aparezcan. Busca donde hacerlo, y no posponga el
acto más de lo necesario.
*Si tu
trabajo te obliga a estar muchas horas sentado, o bien de pie, mueve las
piernas y pasea de vez en cuando.
*Intenta
evitar los viajes largos en coche.
*Los
laxantes pueden aliviarnos puntualmente, pero pueden resultar contraproducentes
a medio/largo plazo.
¿Y cuando ya
las tenemos?
- Lávate
siempre con agua templada o fresca. Nunca caliente. El baño ha de durar entre
10 y 15 minutos y se debe hacer 3 o 4 veces al día. Sécate bien, y sin frotar,
presionando suavemente con una toalla.
- Si tus
hemorroides salen tras una defecación, intenta introducirlas de nuevo, de forma
suave. Si no lo consigue, coloque un algodón con crema neutra para evitar que
rocen con la ropa.
- Evita
frotar o rascar la zona de las hemorroides tras las deposiciones porque se
irritará la zona, y te sentirás peor.
- Si las
tienes inflamadas, lávate con agua fría o incluso con hielo. Aplícate una
pomada para las hemorroides (tu médico te orientará en ese sentido) durante 5-7
días.
- ¿Y si
sangro? Deberías comentárselo a tu médico, para que valore tu caso. Sobre todo,
si este sangrado es abundante o durante varios días tras la deposición.
- Así mismo,
hay signos que junto al sangrado han de ser consultados al médico. Hablamos del
cansancio súbito inexplicado, la pérdida de fuerza, la palidez de la piel o la
pérdida importante de peso.
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