Por: Dra Paez
Nutricionista
Las dietas
bajas en carbohidratos son una tendencia muy popular hoy en día. La
desesperación por perder esas libritas de más nos lleva muchas veces a extremos
y como la mayoría de personas no queremos tener paciencia, iniciamos planes de
alimentación muy estrictos aunque poco duraderos con el fin de ver cumplido
nuestro objetivo sin importar si estamos aprendiendo a comer o no, o si estamos
aportando a nuestro cuerpo todos los nutrientes que necesita.
Voy a
iniciar definiendo qué son los carbohidratos: los carbohidratos son uno de
los principales componentes de la alimentación. Esta categoría de alimentos
incluye azúcares, almidones y fibra. Aportan 4 calorías por gramo al igual que
las proteínas. La principal función de los carbohidratos es suministrarle
energía al cuerpo, especialmente al cerebro y al sistema nervioso. Una
enzima llamada amilasa ayuda a descomponer los carbohidratos en glucosa la cual
es el azúcar que entra en la sangre y se usa como fuente de energía por parte
del cuerpo.
Entonces si
son nuestra principal fuente de energía ¿por qué queremos quitarlos de nuestra
alimentación? Lo que sucede con este grupo, es que al estar presente en casi
todos los alimentos, su consumo se ha excedido y sobre todo el tipo de
carbohidrato que las personas están consumiendo NO es el adecuado. Lo ideal
sería que se consuman carbohidratos complejos como las leguminosas, harinas
integrales y verduras que contengan almidón y eviten los carbohidratos simples
como golosinas, harinas blancas refinadas y productos de repostería.
En un plan
de alimentación balanceado los carbohidratos deben proveer del 40 al 60% de las
calorías totales. Pero estas fuentes deben ser frutas frescas, carbohidratos
integrales y verduras.
Las dietas
sin carbohidratos restringen al mínimo su consumo o los eliminan por completo
de la dieta. Usualmente conforman solo el 20% de las calorías que la persona
consume, el restante proviene del grupo de grasas y proteínas. Estas dietas son
muy utilizadas para el tratamiento de sobrepeso y obesidad así como otras condiciones
médicas.
Hasta cierto
punto, las dietas bajas en carbohidratos funcionan debido a la manera en que el
cuerpo regula el equilibrio de los carbohidratos. En otras palabras, a medida
que se incrementa nuestro consumo de carbohidratos, nuestro cuerpo se vuelve
cada vez más dependiente al carbohidrato como combustible principal del cuerpo.
Por otra
parte, si desciende nuestro consumo de carbohidratos, también lo hace el del
cuerpo. Nuestro cuerpo intenta conservar el glucógeno que es el nombre que
recibe el azúcar almacenado en nuestros músculos mediante el uso de otras
fuentes alternativas de combustible como las grasas y las proteínas.
Cuando
nuestro consumo de carbohidratos desciende drásticamente, la fuente de energía
para nuestro cuerpo va a provenir de otros compuestos como son los aminoácidos.
Estos aminoácidos son la unidad que conforman las proteínas y se convierten en
glucosa para ayudar a la producción de energía.
Durante un
período breve esto no se considera malo, y puede incluso llegar a ser beneficioso
para aumentar la pérdida de grasa corporal. Sin embargo, cuando se prolonga más
de 4 a 7 días, el cuerpo produce una respuesta de “hambre”.
La respuesta
se llama cetosis porque los subproductos formados cuando las grasas o los
aminoácidos se convierten en glucosa se conocen como cetonas.
La cetosis
es negativa por tres razones importantes. Primero, la conversión de aminoácidos
en glucosa no es eficiente o rápida así que nuestro rendimiento y el desarrollo
muscular irán disminuyendo. Segundo, la reducción significativa de
carbohidratos incrementará la cantidad de grasa en nuestra dieta, produciendo
un aumento mayor de grasa corporal que cuando consumíamos una dieta abundante
en carbohidratos y baja en grasa. Tercero, muchos investigadores especulan que
la acidez derivada del exceso de cuerpos cetónicos tiene el potencial para
convertirse en muy peligrosa y producir estrés excesivo a los riñones.
Sumado a
esto, es muy probable que una persona NO logre apegarse 100% a un plan
bajo en carbohidratos y empiezan a introducirlos sin una guía dentro de su
alimentación lo que ocasiona muchos rebotes con el peso e incluso en la mayoría
de los casos ganar más peso del que se tenía en un inicio. Estudios demuestran
también que los alimentos que se restringen en un 100% de su dieta pueden
causar más ansiedad y la persona puede consumirlos sin control una vez que se
los permite.
La
Asociación Americana de Dietistas publicó recientemente en su revista un
estudio en el que se observó que tienen más probabilidad de tener sobrepeso u
obesidad una persona que ha realizado dietas bajas en carbohidratos a aquella
que los incorpora en su dieta de habitual y ordenada.
Mi
recomendación es que si desean iniciar un plan de este estilo consulte con una
nutricionista primero, asesórese y evite así estar en un constante sube y
baja con su peso. Este efecto yo-yo es muy frustrante y ocasiona trastornos en
el metabolismo de las personas así como daños para su salud.
Asegúrese
además si desea iniciar con un plan de alimentación bajo en carbohidratos
de ser capaz de mantenerlo de por vida ya que el volver a sus antiguos hábitos
puede causar un incremento aún mayor en su peso.
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