¿Cuándo se debe notificar RAMS?

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  Para el caso de profesionales de salud e instituciones prestadoras de servicios de salud pública y privada Para las reacciones adversas “no serias” se debe notificar en un máximo de 10 días hábiles a partir de la fecha en que se identificó el evento adverso. Para las reacciones adversas serias (graves) o amenaza de vida, inesperados, medicamentos de reciente comercialización y medicamentos de reciente incorporación a los listados institucionales se debe notificar en un máximo de 72 horas a partir de la fecha en que se identificó el evento adverso. Para los casos de “muerte” (incluye aquellos por causas no especificadas), se debe notificar en un máximo de 24 horas a partir de la fecha en que se identificó el evento adverso.  

Hay una epidemia de sobremedicación




El director del Instituto Catalán de farmacología,  sostiene que “los remedios no siempre curan, usualmente tampoco matan” pero producen secuelas para el paciente, para su economía y para la salud pública. Joan-Ramon Laporte tiene 64 años, es catalán, enseña Farmacología en la Universidad Autónoma de Barcelona y es director e investigador del prestigioso Instituto Catalán de Farmacología.
 “En realidad, al prestigio lo cimentó el laboratorio Merck, cuando exigió que nos retractáramos de nuestras conclusiones
sobre los efectos colaterales del rofecoxib”, aclara, en alusión al antiinflamatorio no esteroideo comercializado en la década de 1990. “Nos negamos y, poco después fue retirado del mercado por razones de seguridad”.
-¿Cual es el nexo entre el medicamento y los derechos humanos? Ese nexo empieza por la garantía universal de acceso a los medicamentos, pero continua con el derecho a recibir el adecuado, y a no ser intoxicado por ellos.
-¿Que debe saber el paciente con respecto al fármaco que le están recetando? El profesional debe informarle tres cosas. En primer lugar, para que se lo prescribe; segundo, como debe ser suministrado (su posología, si debe tomarlo de día o de noche, antes o después de comer, en gotas o inyecciones, etcétera), y tercero, hasta cuándo debe usarlo. Son aspectos fundamentales, ya que muchos remedios solo sirven para paliar síntomas de una enfermedad y hay que evitar la cronicidad del medicamento.
-¿Cuales son los peligros de la sobremedicación? Desde el Instituto de Farmacología, en Barcelona, y otros centros afines, procuramos que los laboratorios y entes regulatorios hagan un seguimiento continuo del medicamento. En general, estos se prueban, se comercializan, se prescriben y punto. Lo que está fallando, o hay que reforzar, es la farmacovigilancia. El enfermo consume un fármaco mucho más tiempo que el que se tardo en obtener la autorización para su venta. Las contraindicaciones y secuelas son como una epidemia soterrada. ¿Cuántas veces escuchamos la frase “la medicina que tomaba lo curo de una cosa, pero lo enfermo de otra”? El remedio pasa por los controles.
-La población sigue teniendo una visión muy favorable del medicamento. Lo atribuye a la mayor expectativa de vida. Es verdad, ningún paciente quiere salir del consultorio sin una receta. Esto también está cambiando, por su alto costo y por el progresivo convencimiento de que salud y fármacos no son sinónimos. Está demostrado  que la mayor expectativa de vida en Occidente se debe, en un 85%, a la sumatoria de genes, alimentación y ambiente. Estos dos últimos factores han mejorado mucho en los últimos 100 años. El 15% restante descansa en el sistema de salud. Y, de este porcentaje, los medicamentos se llevan solo la mitad. Y vea la contradicción: en la actualidad, las personas que alcanzaron la mayor expectativa de vida son las de mayor riesgo, por la cantidad de pastillas que ingieren. En España, hay más de 400 mil ancianos que toman más de 12 medicamentos por día.
-El médico tiene una gran responsabilidad en lo que prescribe. Por supuesto. Pero el médico actual está programado para prescribir. Esta “intoxicado” por los laboratorios, por Internet, por el entorno, por el temor a la demanda. Aun así, un profesional no puede olvidar la obligación de recetar por genéricos, esto es, poniendo el nombre original de la droga y no su presentación comercial. Eso abarata los precios.
-Para ese profesional tampoco debe ser fácil abstenerse de recetar. Esto también implica riesgos. Empecemos por hacer una diferenciación básica: una enfermedad de riesgo de una incurable. Es obvio que, ante estas últimas, el médico apele a todo lo que tiene a mano. Pero las patologías más comunes, que son episódicas, recurrentes o crónicas, que no son terminales. En este campo se ven las consecuencias de la sobremedicación.
-¿Con que fármacos debemos tener más cuidado? El grueso de las medicinas que se consumen son de mantenimiento. No curan, pero tampoco matan. Se indican para el colesterol, la hipertensión, la depresión, los problemas gástricos, dolores de todo tipo. Dentro de ese espectro, se puede hacer un ranking de las drogas que debemos consumir con cautela. El exceso de antiinflamatorios puede producir infarto de miocardio. Hay mucha hemorragia intestinal causada por anticoagulantes. También colitis seudomembranosa, por exceso de antibióticos. La resistencia bacteriana es una preocupación instalada.


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