El director del Instituto Catalán de
farmacología, sostiene que “los remedios no siempre curan, usualmente
tampoco matan” pero producen secuelas para el paciente, para su economía y para
la salud pública. Joan-Ramon Laporte tiene 64 años, es catalán, enseña
Farmacología en la Universidad Autónoma de Barcelona y es director e
investigador del prestigioso Instituto Catalán de Farmacología.
“En realidad,
al prestigio lo cimentó el laboratorio Merck, cuando exigió que nos
retractáramos de nuestras conclusiones
sobre los efectos colaterales del rofecoxib”, aclara, en alusión al
antiinflamatorio no esteroideo comercializado en la década de 1990. “Nos
negamos y, poco después fue retirado del mercado por razones de seguridad”.
-¿Cual es el nexo entre el medicamento y los derechos humanos? Ese
nexo empieza por la garantía universal de acceso a los medicamentos, pero
continua con el derecho a recibir el adecuado, y a no ser intoxicado por ellos.
-¿Que debe saber el paciente con respecto al fármaco que le están recetando? El
profesional debe informarle tres cosas. En primer lugar, para que se lo
prescribe; segundo, como debe ser suministrado (su posología, si debe tomarlo
de día o de noche, antes o después de comer, en gotas o inyecciones, etcétera),
y tercero, hasta cuándo debe usarlo. Son aspectos fundamentales, ya que muchos
remedios solo sirven para paliar síntomas de una enfermedad y hay que evitar la
cronicidad del medicamento.
-¿Cuales son los peligros de la sobremedicación? Desde el Instituto
de Farmacología, en Barcelona, y otros centros afines, procuramos que los
laboratorios y entes regulatorios hagan un seguimiento continuo del
medicamento. En general, estos se prueban, se comercializan, se prescriben y
punto. Lo que está fallando, o hay que reforzar, es la farmacovigilancia. El
enfermo consume un fármaco mucho más tiempo que el que se tardo en obtener la
autorización para su venta. Las contraindicaciones y secuelas son como una
epidemia soterrada. ¿Cuántas veces escuchamos la frase “la medicina que tomaba
lo curo de una cosa, pero lo enfermo de otra”? El remedio pasa por los
controles.
-La población sigue teniendo una visión muy favorable del medicamento. Lo
atribuye a la mayor expectativa de vida. Es verdad, ningún paciente
quiere salir del consultorio sin una receta. Esto también está cambiando, por
su alto costo y por el progresivo convencimiento de que salud y fármacos no son
sinónimos. Está demostrado que la mayor expectativa de vida en Occidente
se debe, en un 85%, a la sumatoria de genes, alimentación y ambiente. Estos dos
últimos factores han mejorado mucho en los últimos 100 años. El 15% restante
descansa en el sistema de salud. Y, de este porcentaje, los medicamentos se
llevan solo la mitad. Y vea la contradicción: en la actualidad, las personas
que alcanzaron la mayor expectativa de vida son las de mayor riesgo, por la
cantidad de pastillas que ingieren. En España, hay más de 400 mil ancianos que toman
más de 12 medicamentos por día.
-El médico tiene una gran responsabilidad en lo que prescribe. Por
supuesto. Pero el médico actual está programado para prescribir. Esta
“intoxicado” por los laboratorios, por Internet, por el entorno, por el temor a
la demanda. Aun así, un profesional no puede olvidar la obligación de recetar
por genéricos, esto es, poniendo el nombre original de la droga y no su
presentación comercial. Eso abarata los precios.
-Para ese profesional tampoco debe ser fácil abstenerse de
recetar. Esto también implica riesgos. Empecemos por hacer una
diferenciación básica: una enfermedad de riesgo de una incurable. Es obvio que,
ante estas últimas, el médico apele a todo lo que tiene a mano. Pero las
patologías más comunes, que son episódicas, recurrentes o crónicas, que no son
terminales. En este campo se ven las consecuencias de la sobremedicación.
-¿Con que fármacos debemos tener más cuidado? El grueso de las
medicinas que se consumen son de mantenimiento. No curan, pero tampoco
matan. Se indican para el colesterol, la hipertensión, la depresión, los
problemas gástricos, dolores de todo tipo. Dentro de ese espectro, se
puede hacer un ranking de las drogas que debemos consumir con cautela. El
exceso de antiinflamatorios puede producir infarto de miocardio. Hay mucha
hemorragia intestinal causada por anticoagulantes. También colitis
seudomembranosa, por exceso de antibióticos. La resistencia bacteriana es una
preocupación instalada.
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