Los aneurismas encefálicos o aneurismas cerebrales son un tipo de
malformaciones de las arterias cerebrales que consisten en una dilatación o
ensanchamiento en forma de saco o globo, con paredes anormales y débiles, que
pueden romperse y producir una hemorragia cerebral con muy graves
consecuencias, catastróficas y a veces fatales.
"Hay dos formas de aneurismas: una que se adquiere desde el nacimiento
y otra cuando la capa media de alguna arteria se debilita", expresa el
doctor Luis Ernesto González Sánchez, médico neurólogo.
Los aneurismas pueden estallar y sangrar dentro del cerebro, causando
complicaciones serias como el accidente cerebrovascular hemorrágico, daño
nervioso permanente, o ambos.
Sobrevivir a un aneurisma roto podría resultar una experiencia abrumadora.
La gran mayoría de pacientes que no mueren después del rompimiento del
aneurisma suelen tener complicaciones y secuelas importantes producto de la
hemorragia y de los procesos asociados a ella (hidrocefalia, espasmo de las
arterias, infartos cerebrales y complicaciones generales infecciosas...).
Entre las complicaciones más comunes se encuentran dolor de cabeza crónico,
rigidez en algunas partes del cuerpo, ceguera parcial o completa, problemas de
procesamiento cognitivo, complicaciones del habla, problemas de percepción,
inconsistencias del comportamiento, pérdida de equilibrio y coordinación,
disminución de la concentración y fatiga.
La mayoría de estas deficiencias disminuyen con el tiempo con ayuda
terapéutica. Muchos pacientes se recuperan y recobran la mayoría de sus
funciones. Otros pacientes hemorrágicos graves podrían sufrir efectos más
serios, prolongados o permanentes.
Una de las preguntas más frecuentes hechas por sobrevivientes de aneurismas
cerebrales es "¿Cuánto tiempo tardaré en mejorarme?"
Desafortunadamente, no hay manera de predecir la cantidad de tiempo que se
necesita para mejorar o incluso cuánta mejora ocurrirá.
La mayoría de sobrevivientes experimenta la pérdida temporal del control de
sus emociones. Esto puede manifestarse con ira, frustración y recriminación
contra sí mismo y otros. Sentir confusión sobre el trauma es común, por ello
debe comunicarlo. Necesita reconocer sus límites. Esto mejorará mientras se
recupera.
"En el proceso de rehabilitación el camino por recorrer es largo. Pero
la fortaleza interior, el coraje, la familia, los amigos y los profesionales de
cuidados médicos pueden ayudar. Estos elementos son indispensable para llevar
una vida sin tanto peso", expresa la licenciada Guadalupe Pacas, sicóloga.
Tiempo y paciencia
Por lo general, los aneurismas suelen ubicarse en determinadas posiciones
de las arterias, usualmente en la división de una arteria grande en dos más
pequeñas, lo que supone razones asociadas al flujo de la sangre y al grosor de
la pared en esos sectores como factores favorecedores de la generación y el
crecimiento de los aneurismas.
Cualquier persona puede tener un aneurisma cerebral. Se estima que al menos
del 2 % de todas las personas, aunque no tengan ningún síntoma, son portadoras
de aneurismas. Por lo tanto, es una condición muy frecuente que raramente se
logra detectar sin que dé síntomas graves secundarios a su rotura.
Los síntomas más frecuentes se producen solo cuando el aneurisma se rompe,
salvo algunas excepciones. Cuando esto sucede, se está frente a un cuadro de
hemorragia cerebral (llamada hemorragia subaracnoídea), que es sangre ubicada
alrededor del cerebro y que genera un cuadro de dolor de cabeza muy intenso,
con vómitos, irritación de las meninges (rigidez de la nuca) y hasta pérdida de
conciencia.
"Cuando hay una ruptura del aneurisma la sangre invade el cerebro
provocando un derrame cerebral, también conocido como accidente
cerebrovascular", manifiesta el doctor González Sánchez.
El cuadro es tan alarmante que la mayoría de los pacientes con un aneurisma
cerebral roto fallece inmediatamente producto de la hemorragia sin siquiera
alcanzar a recibir atención médica de urgencia.
Según "The Brain Aneurysm Foundation" (Fundación de Aneurisma
Cerebral) el 40 % de los pacientes que sufren la rotura de un aneurisma
cerebral fallece por esta causa.
La decisión de reparar un aneurisma cerebral que no ha experimentado
ruptura se basa en el tamaño, el lugar donde se localiza, la edad del paciente
y en su estado general de salud. Dicha determinación se debe considerar
cuidadosamente dado los riesgos inherentes tanto de la operación como de la
espera de resultados.
No hay forma de prevenirlos
Las personas que sobreviven una hemorragia subaracnoidea aneurismal (HSA)
es muy probable que tengan un tiempo de recuperación más prolongado así como
déficits más serios. Los síntomas son proporcionales al grado de severidad de
la hemorragia. Los pacientes que caen en estado de coma o semicomatosos suelen
tener una recuperación más prolongada y presentar problemas neurocognitivos más
graves en comparación con hemorragias menores o aneurismas no rotos. La HSA es
causa de seis a ocho por ciento de todos los accidentes cerebrovasculares, y
continúa siendo una causa mayor de todos los déficits (problemas físicos,
sicológicos o emocionales).
Los aneurismas cerebrales rotos suelen ser mortales. De aquellos que
sobreviven, más de la mitad sufre algún tipo de discapacidad permanente.
De acuerdo con The Brain Aneurysm Foundation dos tercios de los que
sobreviven sufren algún déficit neurológico permanente. Aunque estos son datos
procedentes de estudios realizados sobre la población estadounidense, son
extrapolables al resto de países y se aproximan bastante a los datos que
figuran en muchas publicaciones científicas.
No hay forma conocida
de prevenir la formación de un aneurisma cerebral. Si se descubre a tiempo, el
aneurisma que no ha presentado ruptura se puede tratar antes de que genere
problemas.
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