Literalmente, la unidad de
hemodiálisis del hospital México está “colapsada” y “saturada” por la afluencia
de pacientes, de gran parte de Guanacaste, que todos los días son atendidos en
ese centro médico, confesó el jefe de nefrología, Manuel Cerdas.
Dicha unidad, que cuenta por ahora
con 11 máquinas en operación, trabaja durante tres turnos de 6 de la mañana a
10 de la noche de lunes a sábado. La saturación de pacientes provoca que se
haya incrementado la lista de espera, por lo cual algunos enfermos tienen que
aguardar de 3 a 6 meses para recibir tratamiento.
La carga que soporta el hospital
México, al que corresponde atender a la región Chorotega, golpea
también al programa de trasplantes, pues 3 de cada 9 pacientes a los que se les
injerta un riñón, son de origen guanacasteco.
Guanacaste se encuentra en la mira
de científicos, médicos y especialistas de la Caja Costarricense de Seguro
Social (CCSS), debido a que desde hace diez años se detectó que era la provincia
con el pico más alto de casos en el país: 112.9 por cada 100.000 habitantes
−según el registro de personas con Enfermedad Renal Crónica−, seguida por
Cartago con apenas 43.8 casos (véase edición anterior: “Males renales aquejan a
Guanacaste”).
En la actualidad hay por lo menos
unos 11 pacientes en lista de espera para recibir tratamiento de hemodiálisis y
otros enfermos aguardan con paciencia que haya espacio para recibir un
trasplante.
“El problema en Guanacaste ha
saturado nuestros servicios de hemodiálisis y trasplantes”, dijo el médico
Cerdas, en tanto Roy Wong −un epidemiólogo que coordina una investigación
promovida por la CCSS en 8 de los 11 cantones de la provincia− no dudó en
hablar de un “colapso” en el centro médico.
DIÁLISIS PERITONEAL, UNA ALTERNATIVA
En el sistema de salud pública de
Costa Rica, sólo los hospitales México, San Juan de Dios, Calderón Guardia y el
de Cartago, cuentan con unidades de hemodiálisis destinadas a atender
únicamente a personas afectadas por deficiencias renales crónicas.
Ante la avalancha causada por la
provincia de Guanacaste, la Caja impulsó un programa de diálisis
peritoneal ambulatoria en Liberia, con el que trata de descongestionar los
servicios del México.
“Esta es una buena alternativa, pero
también tiene sus problemas, ventajas y desventajas”, explicó Wong.
En este caso, los pacientes son
educados y adiestrados −junto a sus familiares−, de manera que puedan
autoaplicarse el tratamiento en sus hogares. Esta diálisis se realiza mediante
la introducción de un catéter en la cavidad abdominal del enfermo, y por él se
infiltra una solución especial que permite erradicar toxinas del torrente
sanguíneo.
“Es muy eficaz, pero hay que tener
cuidado, porque se necesitan condiciones higiénicas especiales; una infección
puede matar a cualquier persona en estas circunstancias”, advirtieron Cerdas y
Wong.
La directora de Vigilancia de la
Salud del Ministerio de Salud, Ethel Trejos, afirmó que no existen cifras
precisas sobre el número de casos de personas que padecen enfermedad renal
crónica en el territorio nacional o propiamente en Guanacaste.
En Cañas, uno de los cantones de la
región más castigados por el mal, están diagnosticados 603 casos, en Liberia
173 y en Bagaces 172, dijeron a UNIVERSIDAD médicos de los respectivos centros
hospitalarios o clínicas de esas comunidades.
En Liberia, el hospital Enrique
Baltodano Briceño ofrece en la actualidad servicio de diálisis
ambulatoria a un total de 42 pacientes. Ese centro también sufre un colapso, ya
que sus posibilidades de atención se ven limitadas ante la gran cantidad de
pacientes que acuden en busca de tratamientos.
En todo Guanacaste, pese al grave
problema sanitario que afecta a la provincia, no existe un equipo de
hemodiálisis para atención específica de casos. “No hay en Liberia, menos en el
hospital de Nicoya”, dijo el médico Wong.
ENFERMEDAD MISTERIOSA
El problema de la proliferación de
casos de insuficiencia renal crónica no se reduce sólo a Costa Rica. El
fenómeno ha sido detectado en toda la costa del Pacífico de la región
mesoamericana, desde el sur de México hasta Panamá. En El Salvador y Nicaragua
ha causado la muerte, en los últimos 12 años, de miles de trabajadores
agrícolas.
La tendencia al alza de este mal,
cuyo descubrimiento se remonta al año 2000, desvela a científicos, médicos y
especialistas.
En el caso de Guanacaste, igual que
ocurre en puntos críticos del occidente de Nicaragua y El Salvador, ataca en su
mayor parte a varones con edades comprendidas entre los 19 y los 50 años de
edad.
“Hasta ahora todo lo que se dice
acerca de las causas son hipótesis y suposiciones”, dijo a UNIVERSIDAD el
doctor Cerdas, quien preside la Unión de Nefrólogos de Costa Rica y está
vinculado a las organizaciones internacionales ligadas a esta especialidad.
A finales de noviembre, el Instituto
Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET), de la Universidad Nacional,
organizó un taller con 50 expertos e investigadores de 15 países. En el foro
los asistentes compartieron información y estudios realizados por algunos de los
participantes sobre el caso de la existencia de Enfermedad Renal Crónica en
Costa Rica y en el resto de la zona costera mesoamericana.
La coordinadora del taller, Jenny
Crown, explicó a este semanario que el encuentro emitió una declaración con un
llamado a los gobiernos centroamericanos a reforzar la atención y las medidas
preventivas y de seguimiento del problema.
Por ahora, las sospechas de las
causas del mal se enfocan hacia la actividad cañera y otras labores agrícolas,
debido a que se realizan a muy altas temperaturas y en condiciones que
favorecen la deshidratación de las personas.
MAL SILENCIOSO Y TRAICIONERO
La insuficiencia renal crónica es
una enfermedad silenciosa y traicionera. Así la definieron expertos consultados
por UNIVERSIDAD.
“El problema es que es asintomática;
sólo se puede detectar por exámenes de laboratorio y muchas veces cuando se
diagnostica la persona llega con una enfermedad avanzada”, explicó la
exministra de Salud, María Luisa Ávila.
Por su parte, el jefe de nefrología
del hospital México, el médico Cerdas, advirtió que se trata de un mal muy
peligroso y de enormes implicaciones socioeconómicas. “La mayor parte de
pacientes tienen edades bajas, son cabeza de familia, y están en plena
actividad laboral”, detalló.
En el México son atendidos cada mes
un promedio de 15 a 20 pacientes originarios de Guanacaste. “De 60 enfermos a
los que se suministra hemodiálisis, al menos 20 son guanacastecos”, indicó.
El año pasado, en ese centro médico
se practicaron un total de 12 trasplantes de riñón (en promedio uno al mes) a
pobladores de Guanacaste. “Cubren la tercera parte de la totalidad del país”,
alertó el experto.
Cerdas estima que las autoridades de
salud deben mantener la guardia en alto ante el fenómeno, que muchas veces parece
caer en el olvido en las instancias gubernamentales.
ES UNA ENFERMEDAD TAN SERIA COMO EL CÁNCER
Cerdas hizo ver que padecer una
enfermedad renal crónica es tan grave como enfrentar un cáncer de mama o del
estómago. “Estadísticamente, a nivel mundial, 20 de cada 100 pacientes
afectados mueren cada año”. Añadió que en América Latina el promedio de casos
es de 250 a 300 por cada millón de habitantes, por lo que en Costa Rica, en
circunstancias “normales”, se deberían registrar unos 1.200 casos anualmente.
Uno de los problemas mayores para
contar con cifras precisas sobre la cantidad de enfermos en Guanacaste, es que
se calcula que un 20 % de los trabajadores agrícolas son nicaragüenses, y que
se caracterizan por ser una población flotante, comentó la médica María Ethel
Trejos.
“El Ministerio de Salud ha estado
coordinando con la Caja del Seguro Social; es necesario hacer un estudio de
prevalencia a nivel local y regional”, añadió la directora de Vigilancia de la
Salud.
Pese a la gravedad del problema y a
la prevalencia de casos, en Guanacaste la población parece resignada a convivir
con la enfermedad. Varios líderes comunales se movilizan tratando de buscar
explicaciones al drama que golpea a muchas personas, incluso algunos miembros
de su propia familia.
“Creemos que el Gobierno no ha
puesto la debida atención a este problema que está matando a muchos
guanacastecos. Cuando se desató una plaga de la roya del café de inmediato se
destinaron recursos. Aquí no; seguro porque los afectados son los más pobres”,
denunció Gadi Amit, presidente de la organización Confraternidad Guanacasteca,
que desde hace varios años lucha por mejorar las condiciones socioeconómicas y
ambientales de la provincia.
Amit llamó a los habitantes de la
región Chorotega a manifestarse y exigir medidas urgentes para encarar el
problema.
¿EPIDEMIA?
Entre las autoridades del Ministerio
de Salud, de la Caja de Seguro Social y especialistas, hay discrepancias en
abordar el problema de Guanacaste como una epidemia.
Para la exministra Ávila ese término
no debe emplearse, por cuanto el fenómeno se reduce a una determinada región y
no a otros centros poblacionales.
Un criterio similar tiene el
epidemiólogo Roy Wong, quien considera que más bien el país está ante un
“clúster” o “conglomerado” afectado por el mal, ya que no hay una mayor
incidencia de casos en el tiempo, “pues en Guanacaste en los últimos años las
cifras siempre fueron altas”.
Sin embargo, el jefe de la Unidad de
Hemodiálisis del hospital México, Manuel Cerdas, es un convencido de que existe
“una verdadera epidemia” de Enfermedad Renal Crónica en la zona, la cual, a su
juicio, debería abordarse como tal.
“Yo diría que lo que tenemos es una
epidemia. A alguna gente no le gusta usar ese término, pero a mí sí”, insistió,
para luego explicar que en el contexto de los esfuerzos regionales, el asunto
se está abordando en esa dirección.
“Si usted compara la incidencia de
Enfermedad Renal Crónica de cantones como Cañas y Bagaces con algunos como
Santo Domingo de Heredia, Tibás y Santa Ana, se dará cuenta de que allá es 30 o
40 veces mayor que aquí”, ejemplificó.
La investigación que realiza la
CCSS, con Wong a la cabeza, se encuentra en la fase de campo e incluyó una
muestra de 850 personas para recabar información y encontrar indicios que
lleven a puerto seguro al equipo, compuesto por unas 20 personas. Wong espera
que el trabajo esté concluido a más tardar en setiembre.
El doctor Cerdas explicó que el
tratamiento de la hemodiálisis es caro y complicado. Cada sesión por paciente
puede tener un costo de más de ¢300.000, por lo que en un año un enfermo
implica para la Caja una inversión cercana a los $50.000 (¢25 millones).
“No es fácil instalar una unidad en
regiones como Liberia y Nicoya. Se necesita, además del equipo, tuberías
especiales, electricidad, un edificio, tratamiento de aguas, un nefrólogo y
capacitar a un equipo de enfermería”, explicó.
A su parecer, el Gobierno podría
estudiar la posibilidad de declarar una emergencia en la región de Guanacaste
para facilitar el flujo de recursos financieros y obviar trabas
administrativas, que impiden que algunas acciones se desarrollen con mayor
celeridad.
Wong tiene el mismo criterio: “Esto
permitirá facilitar acciones, recursos y agilizar investigaciones y estudios”.
Cerdas externó además que los tratamientos
a los pacientes en San José entrañan una serie de gastos adicionales, como
alimentación y transporte. “Los pacientes piden venir en ambulancias. La Cruz
Roja cobra el equivalente a un dólar por cada kilómetro recorrido y los
enfermos siempre solicitan que los traigan en ese tipo de unidades”, añadió.
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