El
laboratorio multinacional Pfizer ha sido acusado de practicar “una conducta delictiva”
y de financiar “un oscuro sistema
de coimas y sobornos a los médicos en
el marco de la cadena de comercialización de los medicamentos”, según dictaminó
el Juzgado Nacional de lo Criminal de Instrucción Número 27 de Buenos Aires (Argentina), durante un juicio contra dos de sus ex
jefes de zona del departamento comercial. En el ejemplar fallo que se
convierte en un caso testigo por la revelancia de las pruebas, Pfizer quedó
envuelto en un escándalo de imprevisibles consecuencias para la multinacional,
ya que el juez de Instrucción Alberto
Baños y la secretaria del juzgado María Noé Rodríguezrecomendaron enviar los antecedentes al Juzgado
Nacional en lo Penal Económico Número 8 para que determine la gravedad de las
conductas delictivas y las eventuales condenas penales.
Así nos ha informado la Asociación de
Agentes de Propaganda Médica de Argentina, que aúna
a los visitadores médicos del país andino.
El
juicio fue iniciado por Pfizer contra los jefes de zona Jorge Capalboy Oscar
Víctor Patrone por conducta “fraudulenta” porque
desviaron 24.423 pesos (el euro cotiza a 5,65 pesos por unidad, por lo
tanto serían 4.323 euros -una cifra insignificante, por cierto-) destinados al pago de los sobornos, mediante la presentación de facturas
apócrifas. Pfizer acudió a la justicia tras fracasar en su intento de que
los empleados del laboratorio presentaran “voluntariamente” la
renuncia. Pero la demanda de Pfizer se convirtió en un tiro en el pié
porque durante el juicio se comprobó que los citados eran apenas parte de un
mecanismo tipificado como “conducta delictiva” y en la sentencia judicial –sin
excluir del delito a Capalbo y Patrone- se responsabiliza a la empresa deforzar a sus empleados a pagar coimas y
distribuir costosos regalos entre los médicos para que receten sus
productos.
El
citado sistema de coimas se disimulaba “a través de documentación apócrifa”
aportada por los acusados pero de la que “las autoridades no podían estar
ajenas, siendo aquéllos (Capalbo y Patrone) sólo un engranaje de dicho entramado”. Capalbo y Patrone “colaboraron y/o
participaron de algún modo en la confección de los balances falsos de la
empresa, que no reflejan obviamente la situación económica real del
laboratorio”, falsedad que ha merecido que “se investigue una hipótesis
delictual” en la que quedaron
salpicados los médicos que recibieron las coimas, las autoridades del laboratorio, unaempresa de viajes que
funcionaba como “taparrabos” para disimular la ruta de los sobornos y también
los visitadores médicos, señaló la sentencia.
Durante
el juicio iniciado en 2006 y con sentencia de febrero de este año conocida
recientemente, fueron citados a declarar siete médicos y pese a que algunos se mostraron
“desmemoriados”, finalmente debieron rendirse a la
evidencia y admitir que habían recibido de Pfizer –a través de Capalbo y
Patrone- regalos, pago
de honorarios por congresos inexistentes o pasajes de avión que en muchos casos jamás
utilizaron y que convirtieron en dinero.
La
investigación judicial acreditó que el médico Nicolás Luisic recibió una computadora con monitor de plasma, Juan José Bracco fue favorecido con una cámara digital y Emilio Santangelo con un monitor de plasma, pero de las pericias
contables ordenadas por el juzgado surgió que “no hay comprobante alguno en la
contabilidad de Pfizer” de estos obsequios.
¿Cómo
procedían? El laboratorio identificaba a los denominados ‘médicos-negocios’, es
decir, aquellos con mayor potencial prescriptor y enviaba a un agente de
propaganda médica a captar
su voluntad mediante el ofrecimiento de diversos beneficios económicos como puede ser la entrega de un determinado electrodoméstico
o un cheque o dinero en efectivo, de tal manera se asegura que aquél recete sus
productos. Así lo narra la sentencia sobre Pfizer, aunque es un comentario que
podría ser reproducido como mecanismo habitual de la industria que yo he tenido
la oportunidad de comprobar y documentar en mi libro Laboratorio
de médicos. Exactamente lo mismo que ocurre en
Argentina ocurre de manera cotidiana en España con numerosos laboratorios sin que las autoridades
judiciales españoles actúen.
Los
ex jefes de zona declararon ante la justicia que tenían justificado gastos de hasta 3.000 pesos por
mes (540 euros, de nuevo qué ridículo,
ríete tú de que lo que disponen aquí muchos visitadores) para sus “atenciones”
con los médicos, a los que podían obsequiarle desde libros de medicinas a
delicias gastronómicas.
En
la sentencia se subraya que no es de su competencia “el análisis del proceder
de los médicos, desde el
punto de vista moral, pero permítaseme señalar que no cabe
duda que ello conspira
contra la dignidad de la profesión,
constituyendo una clara falta
ética”.
Fuente:Clarin
Comentarios
Publicar un comentario