El estigma continúa en torno a la hepatitis, lo que hace más difícil la detección precoz de los pacientes afectados por el virus
Este 28 de julio
se celebra el Día Mundial contra las Hepatitis Víricas, una fecha establecida
por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con el objetivo de fomentar la
toma de conciencia sobre las hepatitis virales y las enfermedades que causan,
así como la difusión de conocimientos sobre ellas.
Y es que, tal y como señaló Regina Revilla, directora de Policy,
Communications and Corporate Affairs en la compañía MSD en un reciente acto
donde se presentaba un libros de testimonios de pacientes afectados por
Hepatitis C, esta enfermedad sigue siendo, a día de hoy, además de una
enfermedad “silenciosa”, una enfermedad “silenciada” y por ello todos los
implicados de una u otra forma con esta enfermedad (profesionales sanitarios,
Administraciones, familiares y, muy especialmente, los pacientes y la labor que
estos desempeñan a través de las asociaciones de pacientes) deben continuar
trabajando para concienciar acerca de la importancia de la prevención, en
primer lugar, y de la curación, en segundo lugar, de esta enfermedad.
Efectivamente,
tal y como reiteró el Doctor Rafael Esteban-Mur, jefe del Servicio de Medicina
Interna-Hepatología del Hospital Universitario Vall d’Hebron de Barcelona en el
mismo acto, “la Hepatitis C es una enfermedad silente pero también silenciada,
lo que hace más difícil la identificación de los pacientes y, con ello, el
acceso a un diagnóstico precoz”. “Sin embargo –continuó el especialista- a
pesar de ser asintomática en un primer momento, cuando se manifiesta, la
Hepatitis C se presenta con manifestaciones muy graves como pueden ser cirrosis
o cáncer de hígado, por lo que es vital que los pacientes tengan acceso a los
más innovadores tratamientos, que curan en un alto porcentaje (80%) la
enfermedad”.
El problema
es, según denuncian tanto la Asociación Catalana de Enfermos de Hepatitis C
(ASSCAT) como la federación nacional que reúne a todas las asociaciones de
afectados autonómicas, la Federación Nacional de Enfermos y Trasplantados
Hepáticos (FNETH), que pese a que desde noviembre del año 2011 la Agencia
Española del Medicamento aprobó dos fármacos que incrementan notablemente el
porcentaje de curación y que están en disposición de los pacientes, las
administraciones sanitarias no están facilitando el acceso a los pacientes a
estos nuevos fármacos que los hepatólogos sí están prescribiendo por cuestiones
económicas, y ello a pesar de que la desatención a estos pacientes lleva
asociado un gasto mayor a largo plazo.
Con todo,
pacientes y profesionales sanitarios siguen recalcando la necesidad de seguir
difundiendo un mensaje optimista: que la infección por Virus de la Hepatitis C
(VHC) puede prevenirse y tratarse con éxito.
Hepatitis,
la enfermedad silenciosa
Conocida en
todo el mundo como la "enfermedad silenciosa", el virus de la
hepatitis C, o VHC, se ha convertido lentamente en una epidemia de salud
pública, puesto que quienes no saben que están infectados continúan propagando
el virus a otras personas. Esta desafortunada tendencia probablemente continúe
si no se llevan a cabo iniciativas educativas y de concienciación entre quienes
están en riesgo, los profesionales sanitarios que les tratan y los seres
queridos que cuidan de ellos. De ahí la importancia que adquiere la celebración
del Día Mundial de la Hepatitis, el próximo sábado 28 de julio.
¿Qué es la
infección por VHC?
Hepatitis
significa, literalmente, inflamación o hinchazón del hígado. La hepatitis puede
producirse por toxinas, ciertos medicamentos, algunas enfermedades, el consumo
excesivo de alcohol e infecciones bacterianas y virales. La hepatitis también
es el nombre de una familia de infecciones virales que afectan al hígado. Los
tipos más comunes de hepatitis son la hepatitis A, la hepatitis B y la
hepatitis C.
La infección por VHC hace que el hígado se inflame y le impide funcionar
correctamente. El virus del VHC fue reconocido como causa de hepatitis en 1975,
pero el virus fue difícil de identificar, por eso, para distinguirlo de las
otras dos formas de hepatitis viral conocidas hasta entonces, se le llamó
hepatitis no A y hepatitis no B. Los avances en la ingeniería genética
permitieron, finalmente, identificar y clonar el virus en 1989, momento en el
que se le denominó hepatitis C.
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