Una revisión de estudios publicados revela que sólo la mitad de los
pacientes tratados para prevenir la enfermedad cardíaca renueva las recetas con
el objetivo de seguir el tratamiento.
Los estudios habían relevado la adherencia a siete fármacos, incluida la
aspirina, antihipertensivos y estatinas, que son productos de uso prolongado.
Los resultados de los 20 estudios sugirieron que entre el 30 y 80 por ciento de
los pacientes continuaba el tratamiento.
Uno de cada tres pacientes que había tenido un infarto no renovaba sus
recetas.
"Aun cuando estas estimaciones fueran apenas la mitad, el costo de la
no adherencia al tratamiento es enorme", escribe en American Journal of
Medicine el equipo del doctor David Wald, de la Universidad de Londres.
Allí, los autores estiman que 130.000 personas mueren por año porque no se
adhieren al tratamiento indicado.
De los más de 376.000 participantes evaluados, unos 275.000 tomaban un
fármaco para prevenir la enfermedad cardíaca y a otros 101.000 ya se le había
diagnosticado la enfermedad.
El seguimiento duró por lo menos 12 meses. El 57 por ciento de los
pacientes seguía renovando las recetas al año.
"Es algo que ocurre desde hace décadas y todos lo sabemos", dijo
el doctor David Blackburn, profesor asociado de farmacia y jefe de la
investigación sobre la adherencia a los tratamientos de la Universidad de
Saskatchewan, Canadá.
Blackburn, que no participó del estudio, dijo que hay pocas intervenciones
efectivas que ayudan a los pacientes a cumplir el tratamiento. Esto es porque
se desconoce exactamente por qué tienden a no hacerlo.
Pero el sistema de salud también tendría su parte de responsabilidad.
"Es difícil tener una conversación seria con un médico porque todos
están ocupados -dijo Blackburn-. El sistema y las limitaciones de costos y
tiempo hacen que tengamos pacientes que no están bien preparados" para
realizar un tratamiento.
En general, el nivel de adherencia a los distintos tratamientos fue
similar. La única diferencia se observa en los pacientes sin diagnóstico de
enfermedad cardíaca, que eran menos propensos a seguir utilizando los
diuréticos que los bloqueadores del receptor de angiotensina.
"Esto sugiere que las características de cada fármaco (como la
frecuencia con que hay que tomarlo o cuáles son sus efectos adversos) tendrían
no influirían tanto en la adherencia en el largo plazo", escribe el
equipo.
Para Blackburn, los resultados respaldan su hipótesis de por qué los
pacientes suspenden el tratamiento.
"Probablemente, los factores asociados con el sistema de salud son tan
importantes que nublan esas pequeñas cuestiones de tolerabilidad. Las superan
la forma en que se dan las indicaciones y el tiempo disponible para conversar
con los pacientes".
Por ello, consideró que los controles frecuentes de seguimiento eran
importantes para determinar si los pacientes continúan en el camino adecuado.
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