Una pastilla de esperanza para las mentes sin recuerdo es el ambicioso
plan que investigadores de Colombia y Estados Unidos iniciaron este año y
que pretende dar una solución preventiva a la enfermedad de Alzheimer, que
afecta a casi 40 millones de personas en el mundo.
El fármaco conocido con el nombre de Crenezumab, será probado desde
2013 en una familia colombiana compuesta por 300 personas que, según el
doctor Francisco Lopera, líder de la investigación en el país sudamericano,
"sufren una mutación genética que provoca Alzheimer prematuro y
hereditario".
Lopera explica que el estudio ha sido "diseñado en gente sana para
no perder mucho tiempo y tener más efectividad", debido a que la
enfermedad produce una degeneración neurológica "imparable".
La muerte de neuronas, además de borrar recuerdos inmediatos, causa
trastornos en la conducta y un deterioro cognitivo que obliga a quienes la
padecen a depender de sus "cuidadores".
Ese es el caso de Mariela Cardona, una mujer de 85 años que dio vida a
10 hijos y hoy cuenta con una numerosa familia de nietos y bisnietos, a
quienes ni siquiera reconoce. Mariela padece desde hace seis años Alzheimer
y depende directamente de sus dos cuidadoras, sus hijas Aracely y Patricia.
Marielita, como amorosamente la llaman, comenzó a tener ataques de
rabia injustificados, a repetir innecesariamente sus pensamientos y a
desarrollar una especial atención hacia su cabello.
Patricia cuenta que su mamá "cambiaba de ánimo repentinamente y en
medio de una reunión gritaba con rabia". Esas actitudes fueron siendo
más intensas hasta que se convirtieron en "el pan de cada día".
"Mi mamá comenzaba a pedir que la peinaran una y otra vez alegando
que estaba despeinada, sus gestos eran de rabia, nos hablaba fuerte,
gritaba sin causa y peleaba hasta con ella misma porque comenzó a olvidar
palabras, era incontrolable", dice.
Mariela fue diagnosticada en 2005 con demencia senil de tipo Alzheimer
después de que su vocabulario disminuyera hasta el punto de olvidar los
nombres de artículos como cepillo de dientes y espejo, números telefónicos
y recetas de cocina, con las que durante años había deleitado a toda su
familia.
Para el doctor Lopera, del Grupo de Neurociencias de la Universidad de
Antioquia, con sede en Medellín, existe una posibilidad muy alta de que
todos los hijos de Mariela, o por lo menos uno de ellos, desarrollen la
enfermedad en su adultez.
Por eso es de "vital importancia examinar y tratar desde ya a
quienes son potencialmente portadores de ese tipo de demencia senil".
El investigador, que trabaja de la mano con 50 profesionales de
diferentes áreas de la salud, asegura que "la enfermedad hace que el
cerebro se degenere a niveles altísimos, por la muerte de neuronas y la
acumulación anómala, en la mayoría de los casos, de proteínas
beta-amiloideas".
Por lo tanto, la exploración, que durará cinco años, se fundamentará en
"limpiar" las placas de proteínas beta-amiloideas de los cerebros
de los pacientes examinados para así evitar el progreso de la enfermedad.
Se espera que durante el tiempo estipulado y bajo los efectos del
fármaco, el deterioro de la memoria, las capacidades cognitivas o los
cambios irreversibles en el cerebro sean frenados o retrasados.
El proyecto, que cuenta con un presupuesto de 100 millones de dólares,
es más que esperanzador debido a que, según los cálculos de la Organización
Mundial de la Salud (OMS), se podría evitar que cerca de 30 millones de
personas padecieran Alzheimer para 2030.
Aunque las probabilidades de éxito son las mismas que las de fracaso,
el profesor Lopera advierte que en el peor de los casos "la
investigación obligaría a replantear el estudio de la enfermedad de otras
maneras".
Entretanto, Patricia y sus nueve hermanos estarán atentos a los
resultados para no terminar sus vidas como Mariela, "postrada en una
cama, viviendo de recuerdos remotos, repitiendo una y mil veces las mismas
frases e intentado luchar con ella misma para no olvidar".
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