La innovadora
vacuna de la tuberculosis desarrollada por un equipo de la Universidad de
Zaragoza, en la que ha puesto sus ojos el fundador de Microsoft, Bill Gates,
ahora metido en labores de filántropo, ya cuenta con autorización para comenzar
la primera etapa de los ensayos clínicos en humanos, que comenzarán, como muy
tarde, a principios de 2013.
De momento, en esta fase I, se probará
fundamentalmente la seguridad del medicamento, denominado MTBVAC, aunque
también algunos rasgos de su capacidad inmunogénica. De ello se ocupará un
equipo del Complejo Hospitalario de la Universidad de Vaudois (Lausana, Suiza),
en estrecha colaboración con los investigadores españoles.
Desde que en 1920 se desarrolló la vacuna de la
tuberculosis, el bacilo de Calmette-Gérin (BCG), basado en una cepa de la
bacteria de origen bovino, los avances relacionados con el fármaco que han
salido al mercado han sido variaciones del mismo concepto: mejorar la vieja
BGC. La vacuna creada por el grupo de Carlos Martín, catedrático de
Microbiología de la Universidad de Zaragoza, en la que llevan 20 años
trabajando, junto con la doctora Brigitte Gicquel, del Instituto Pasteur de
París, obedece a un enfoque distinto que a la vez es revolucionario y
convencional.
Es innovador porque al contrario de los trabajos
previos en esta vacuna, se ha recurrido a una cepa humana, viva y atenuada,
algo radicalmente distinto a lo sucedido en los últimos 90 años. El grupo de
genética de micobacterias de la universidad aragonesa ha desarrollado la MTBVAC
a partir de una bacteria de la tuberculosis de origen humano domesticada, es
decir, a la que se ha alterado el genoma lo suficiente como para rebajar la
agresividad pero sin que por ello deje de despertar una reacción inmunológica
en el paciente.
De todas las vacunas existentes, únicamente la de
la viruela y de la tuberculosis (junto a la del rotavirus, aunque de forma
mixta bovina-humana) se fabrican con este tipo de cepas.
Por ello, ha sido la Agencia Suiza del
Medicamento (Swissmedic) la entidad encargada de dar el visto bueno al inicio
de los ensayos. Se probará en 36 personas sanas divididas en distintas
cohortes.
“El principal objetivo consiste, en este momento,
en comparar los efectos secundarios con los de la vacuna convencional”, señala
Martín, “se trata de que no despierte más reacciones adversas que la actual,
que, en general, provoca pocos problemas salvo en pacientes con VIH, para los
que está contraindicada”.
Un tercio de la población mundial está infectado
de tuberculosis, aunque la mayoría no desarrolla la enfermedad.
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