Desde el momento en que el Estado se compromete a brindar atención en salud a
la población y a cubrir los servicios de enfermedades como el cáncer, proveer
tratamiento y medicinas es obligación del gobierno. Al menos así lo cree el
representante de la Organización Panamericana de la Salud en El Salvador, José
Ruales.
Quienes viven en la
zona rural gastan entre 5 y 10 dólares cada vez que viene a San Salvador a
pasar consulta o a recibir quimio, radio o cobaltoterapia. A veces, deben
comprar medicinas y "colaborar" por los exámenes.
Pero esa no es la experiencia
de los cientos de salvadoreños de escasos recursos que luchan contra el cáncer
y carecen de seguro social.
Ellos se la pasan yendo de los
hospital nacionales al Instituto del Cáncer del Cáncer de El Salvador (ICES) y
viceversa para pasar consulta, hacerse exámenes, recibir tratamiento y
medicinas. En uno y en otro sitio, son atendidos con esmero, pero también viven
momentos de frustración.
Rosario, de 57 años, da fe de
ello. La hija que la acompaña a las quimios es testigo de que cada vez que el
bus que las trae desde oriente hasta San Salvador frena, Rosario debe bajarse
para vomitar. Las náuseas y el dolor la acompañan durante todo el trayecto.
Pero ¿cómo llegó a ser atendida en San Salvador? Rosario es diabética, por lo
que pasa consulta en la unidad de salud de su comunidad cada tanto. Ahí le
hicieron la citología y, según relata su hija, "quedó sangrando tres
meses".
Por ello, de la unidad de salud
la refirieron al hospital San Pedro, en Usulután, donde le hicieron una
biopsia. "El doctor me mandó para acá, pero no me dijo que se
pagaba", afirma.
Tanto el director médico de la
Liga Nacional del Cáncer, doctor Salvador Díaz Bazán, como el director
administrativo del Instituto Nacional del ICES, doctor Gonzalo Beltrán Castro,
descartan que en ese centro se cobre a los pacientes. Ellos hablan de una
colaboración voluntaria, cuyo monto es determinado por una trabajadora social.
"A quien no puede dar nada, igual se le atiende", aseguran.
El ICES nació en 1970, cuando
Narciso Díaz Bazán, médico de grata recordación, "veía morirse a la gente
en la calle", afirma Salvador Díaz Bazán. "Lo que se llama ahora
Instituto del Cáncer 'Narciso Díaz Bazán' es una ONG que se dedica
primordialmente al tratamiento, a través del Instituto, de los pacientes que
necesitan radiación y también haciendo campañas de prevención de los cánceres
más frecuentes en El Salvador", explica.
Pero en estos tiempos de crisis
económica, cuando tanto personas como empresas se ajustan el cinturón y meditan
cada donativo o actividad de responsabilidad social empresarial a realizar:
¿cómo es que aún funciona el ICES?
En palabras de Díaz Bazán ¿de
qué viven? Él mismo se responde: "De 400 mil dólares que nos da el Estado,
que es una basura, ni una unidad de Salud tiene eso. El resto nosotros lo
conseguimos a través de donaciones, a través de actividades de la Liga Nacional
Contra el Cáncer que se encarga de educar y tratar de prevenir".
La crisis económica del ICES es
incuestionable. Pese a las constantes actividades que lleva a cabo la Liga
Nacional Contra el Cáncer, los fondos recaudados alcanzan para que el instituto
sobreviva, para pagar gastos operativos y salarios. La limpieza, el orden y
pulcritud del centro; lo acogedora que es el área de transfusiones y de
quimioterapia es el resultado de los aportes de empresas y ciudadanos... de los
pacientes y sus familias.
Rosario es evangélica. Pero la
religión no le impide perder la paciencia. A veces no entiende porqué sus hijos
deben renunciar a un tiempo de comida. Esto con tal de que ella y la hija que
la acompaña tengan los $10 necesarios para pasar una semana completa en San
Salvador, a fin de que Rosario reciba el tratamiento de quimio y cobaltoterapia
recetado por el médico.
En cada viaje, llevan consigo
un bote con agua con limón y otro con 500 mililitros de suero, por el que pagan
$2.75.
Aseguran que muchas veces han
escuchado la frase: "Esto no es un pago, esto es una colaboración. Lo
único que, si no lo trae, mejor no venga". "Uno se aflige porque no
tiene de dónde irlo a agarrar y la enfermedad va avanzando", reconoce
Rosario.
Fuente:elsalvador.com
Comentarios
Publicar un comentario