Las personas
que desarrollan diabetes aumentan cada año. No se puede hablar de diabetes sin
mencionar que la obesidad es el principal factor que ocasiona esta explosión de
nuevos casos, y sobre todo que también es el factor que explica por qué más
jóvenes e incluso niños están presentando esta enfermedad a temprana edad y con
características que antes los médicos solo reconocíamos en los adultos.
Los
sistemas de salud del mundo están muy preocupados pues las consecuencias de la
diabetes son catastróficas y ocasionan altos gastos en salud ya que han
aumentado los casos de amputaciones, falla renal, derrames cerebrales,
infartos, impotencia, infertilidad, y otros.
La educación es un pilar fundamental en esta enfermedad, pero debido a que
este aspecto no es una pastilla, ni una inyección de insulina, tiene pobres
índices de seguimiento e implementación por los pacientes. Además, los profesionales de la salud en general no estamos entrenados para educar y sobre todo para modificar los
hábitos de vida que los adultos llevan.
La educación que un paciente debe recibir sobre diabetes tiene múltiples
componentes, siendo la guía nutricional uno de ellos. A mi criterio, existen
tres pilares importantes que toda persona con esta enfermedad debe comprender
para mejorar sus niveles de azúcar en la sangre: el conteo de carbohidratos, el
índice glucémico y la aplicación del concepto del plato saludable.
El plato saludable ha sustituido a la pirámide de alimentos que se nos enseñaba
antiguamente. Este cambio se hizo con el objeto de que las personas observaran
que cada plato de comida debe llevar de los principales grupos de alimentos de
una forma adecuada. Por ejemplo, la mitad de todo plato debería tener unas dos
tazas de vegetales, de preferencia verdes, y una fruta entera y con cáscara
(manzana, pera, duraznos, ciruelas, etcétera), mientras la otra mitad del plato
debería dividirse entre carbohidratos y proteínas, es decir, para dar un
ejemplo debería tener una rebanada de pan integral, media taza de arroz y unas
4 a 6 onzas de carne, blanca o roja, bajas en grasas. El índice glucémico
mejora aún más el control nutricional que el plato saludable transmite, ya que
es un concepto que nos explica que hay alimentos con alto, medio o bajo poder
de elevar el azúcar en sangre después de que los comemos. En otras palabras,
este índice nos dice que hay alimentos con mucha más fibra o azúcares complejos
que se absorben lentamente y que por lo tanto producen un mejor control del
azúcar en sangre. Por ejemplo, una manzana, una rebanada de pan integral, una
taza de cereal rico en fibra y una taza de pasta tienen menor índice glucémico
que una taza de piña, una rebanada de pan blanco o francés, una taza de cereal
de maíz corriente o de puré de papa.
Por último, un diabético debería aprender poco a poco a conocer cuántos gramos
de azúcares tiene cada ración que come de alimentos para poder controlar su
peso y sus valores de azúcar en la sangre. Para lograr esta meta se requiere de
talleres y entrenamiento. Cada ración de carbohidratos se suele definir como de
15 gramos, por ejemplo, una tortilla mediana, una fruta entera, un tercio de
pasta cocida, un guineo pequeño, tienen en común aproximadamente 15 gramos de azúcares.
Por: Dr. Gutierrez.
Nutriologo
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