Esta revisión de estudios demuestra que fumar también afecta a la curación de las fracturas, retrasando y dificultando una consolidación adecuada de los huesos.
Después de repasar 20 trabajos que se habían publicado sobre el tema en la literatura médica, los autores de este trabajo encontraron que los fumadores tenían un riesgo 2,3 veces mayor de que sus fracturas de huesos largos -como el fémur o la tibia- no se unieran adecuadamente tras un accidente.
Del mismo modo, entre estos pacientes también era más frecuente que la curación se prolongara más (tardaban 32 semanas de media en recuperar su movilidad, frente a las 25 registradas entre los no fumadores) o que apareciera una infección.
"La peor evolución de estos pacientes es algo que vemos frecuentemente en la consulta", confirma José Antonio Hernández Hermoso, jefe del servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol de Badalona.
Según este especialista, aunque aún no han podido desvelarse los mecanismos exactos que están detrás de esta relación, parece claro que se debe a los efectos perjudiciales de la nicotina y el monóxido de carbono presentes en el tabaco.
"Estas sustancias ejercen de alguna manera una influencia negativa sobre mediadores clave para la consolidación de las fracturas", subraya. Además, las alteraciones en la vascularización y la falta de oxígeno que habitualmente presentan los pacientes fumadores, también puede favorecer la proliferación de microorganismos y, por lo tanto, el desarrollo de infecciones.
"La recomendación de dejar el tabaco es algo que siempre se comenta con el paciente", señala Hernández Hermoso, quien aclara que los efectos dañinos del tabaco son palpables sea cual sea el tratamiento empleado para solucionar la fractura.
Sin embargo, no siempre el enfermo sigue el consejo. "Una cosa es que comprenda que sería mejor dejarlo y otra que pueda hacerlo", concluye Hernández Hermoso.
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