La hipocondría llega a ser muy severo ya que afecta la calidad de vida de quienes lo padecen y de sus familiares, ya que se sienten impotentes e incapaces de dar ayuda al enfermo.
La característica esencial de la hipocondría es la preocupación y el miedo a padecer, o la convicción de tener, una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal de alguna sensación corporal u otro signo que aparezca en el cuerpo. Puede ocurrir, por ejemplo, con lunares, pequeñas heridas, tos, incluso latidos del corazón (palpitaciones), molestias abdominales, o sensaciones físicas no muy claras.
"Aunque el médico le asegure que no tiene nada, el hipocondríaco solamente se tranquiliza por un tiempo, pero su preocupación suele reaparecer. He atendido muchos de esos casos: Al ver que no tienen enfermedad alguna lo remito al sicólogo o al siquiatra", asegura la doctora Dolores de Martínez, médico internista.
La doctora Martínez dice que en algunos casos el inconformismo de los hipocondríacos con el diagnóstico dado por un primer médico hace que ellos consulten a otros doctores, lo hacen con la intención de que ellos sí acierten con lo que ellos creen padecer.
Según la licenciada Guadalupe Pacas, sicóloga, los hipocondríacos no se inventan su enfermedad sino que tienen una reacción exagerada ante un síntoma que es real.
"Ellos pueden tener una leve tos o palpitaciones aceleradas verdaderas, pero creen y están seguros de que son signos de algo muy grave cuando no tiene porqué ser así", indica la licenciada Pacas.
La hipocondría a veces se presenta de forma esporádica y en otras ocasiones es crónico y casi siempre aparece cuando hay crisis o periodos de depresión, soledad, ansiedad o estrés y la persona no sabe como canalizarlos o manejarlos y siente una enorme necesidad de llamar la atención.
"Las personas que padecen hipocondría suelen tener pensamientos catastróficos relacionadas con la enfermedad. Llegan a imaginarse a sí mismos sufriendo las consecuencias del deterioro físico que conllevaría padecerlas realmente", refiere la licenciada Pacas.
La especialista dice que este problema suele aparecer entre los 30 y los 50 años, aunque también pueden padecerla niños.
"Algunos estudios indican que la hipocondría se relaciona con el ambiente familiar, por lo que es común encontrar varios hipocondríacos en una misma casa", añade la sicóloga.
La importancia del médico
Descubrir a un hipocondríaco puede ser una tarea un tanto difícil, sobre todo si la persona va de un doctor a otro en busca de un diagnóstico que lo deje satisfecho. De ahí la importancia que el paciente encuentre un médico con el que se atienda de manera regular. A través del historial clínico, el doctor podrá detectar cuándo se trata de un caso que requiere asistencia psicológica.
"Es probable que el hipocondríaco padezca verdaderamente algún trastorno, por lo que conviene descartarlo mediante pruebas médicas si existen síntomas que lo evidencien. De no hallársele nada se puede remitir a un sicólogo ", dice la doctora de Martínez.
La psicoterapia permite indagar en las razones psicológicas tras la sensación constante de vulnerabilidad. Así, la persona podrá leer las señales de su cuerpo de mejor manera y aprender a controlarse. El tratamiento puede incluir el uso de fármacos que mejoren el estado anímico y tranquilicen al paciente. Y es que por lo general estas personas normalmente son ansiosas y siempre se van a preocupar más que el resto.
Para la familia, relacionarse con el hipocondríaco resulta agotador. La persona suele quejarse y relatar sus síntomas, lo que termina por aburrir al resto. Cuando la familia está desesperada, es recomendable reunirse con el sicólogo o el médico para ellos los oriente a sobrellevar la situación. Además, para que el tratamiento sea efectivo, tiene que haber una concordancia entre los especialistas y la familia. Esto significa que todos deben ayudarlo a que entienda que no se trata de una enfermedad, sino de un temor exagerado en su mente.
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