En términos generales, tener un pariente cercano con algún tipo de cáncer aumenta el riesgo de sufrir este mismo diagnóstico a lo largo de la vida. Sin embargo, el peso de la herencia podría ampliarse también a otros tumores en localizaciones diferentes, como acaba de poner de manifiesto un amplio estudio publicado en la revista 'Annals of Oncology'.
El trabajo lleva la firma de uno de los grupos de epidemiología más prestigiosos del mundo, el que dirige Eva Negri en el Instituto Mario Negri de Milán (Italia), y en el que colabora también Carlo La Vecchia. En total, los investigadores analizaron a 12.000 pacientes con cáncer en 13 localizaciones diferentes entre los años 1991 y 2009, y emplearon otra muestra de otras 11.000 personas sanas como grupo control.
El estudio confirmó algunos riesgos ya conocidos, como el que relaciona los tumores de ovario con antecedentes familiares de cáncer de mama; o incluso un aumento de 1,5 veces del riesgo de cáncer de colon en mujeres con un familiar cercano con cáncer de mama (probablemente por 'culpa' de los genes BRCA). Sin embargo, disponer de una muestra tan amplia también permitió apreciar mayor riesgo entre distintas localizaciones, algunas de las cuales no se habían relacionado hasta ahora.
El análisis halló un riesgo tres veces superior de cáncer de faringe en personas con antecedentes de un tumor de laringe en su familia y un aumento de cuatro veces de tumores de esófago si existía un familiar de primer grado diagnosticado de faringe. Entre aquellos con un historial previo de cáncer de vejiga, se multiplicaban por 3,4 sus posibilidades de cáncer de próstata.
Para la mayoría de las localizaciones, el riesgo era superior si el familiar había sido diagnosticado antes de los 60 años; especialmente en el caso de tumores colorrectales con un antecedente de ovario o para casos de endometrio y próstata con un antecedente de cáncer de estómago. También las mujeres con un familiar de primer grado afectado por una enfermedad hemolinfopoyética tenían mayores probabilidades que la población general de padecer un tumor de ovario.
Como los propios investigadores subrayan, gran parte de estas relaciones en localizaciones discordantes podrían explicarse por mutaciones ya conocidas, como los genes BRCA1 y 2, algunos errores en genes encargados de reparar el ADN (como MSH2 y MLH1) o en p53. "Sin embargo, estas mutaciones son demasiado infrecuentes como para explicar una proporción sustancial de tumores comunes", apuntan.
Aunque el estudio sí analizó la influencia de factores de riesgo como el tabaquismo o el consumo de alcohol, los autores admiten que algunos factores ambientales compartidos podrían explicar el aumento del riesgo observado. "Algunas cuestiones dietéticas, como la infección por 'H. pylori' o la obesidad también podrían explicar algunas de las asociaciones entre tumores de distintos tejidos", reconocen.
"Algunas de las asociaciones [entre tumores diferentes] que han emergido de este análisis nunca antes habían sido mencionadas en la literatura, por lo que tendrán que ser tomadas con cautela y extraer cualquier conclusión sería meramente especulativo", admiten. Otras, están basadas en un número reducido de casos y deberán ser confirmadas en el futuro. Sin embargo, pese a estas cautelas, sí admiten que sus observaciones abren nuevas avenidas para estudiar factores genéticos comunes a múltiples tipos de cáncer en el futuro.
Fuente:elmundo.es
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