Hacerle un hemograma a todo el mundo? ¿Pedirle un control del colesterol todos los años a una persona joven?”. La médica Karin Kopitowski, jefa del Servicio de Medicina Familiar y Comunitaria del Hospital Italiano de Buenos Aires, forma parte de una corriente –o contracorriente, se podría decir– que impulsa un nuevo paradigma sobre la prevención de enfermedades y el cuidado de la salud.
Ante el exceso de medicalización y la abundancia de estudios complementarios, las sociedades científicas llaman a hacerse sólo los realmente necesarios y convenientes. Una de las iniciativas más fuertes es la de la Fundación Estadounidense de Medicina Interna (ABIM), que lanzó la campaña “Elegir sabiamente”, en la cual propone a pacientes y médicos “pensar y hablar sobre los tests innecesarios”. Con la participación de otras instituciones, como la Academia Estadounidense de Cardiología y la Academia Estadounidense de Radiología, reunieron decenas de ítems para que, por ejemplo, se sepa cuándo se necesita una colonoscopia y cuándo no.
Entre otros puntos que algunos consideran “revolucionarios”, se sugiere que un electrocardiograma o ergometría se indique solamente en personas con síntomas –falta de aire, palpitaciones, dolor de pecho–, o con alto riesgo por antecedentes familiares cardíacos. En la mujer, se aconseja hacerse el test del PAP no antes de los 21 y hasta los 65 años, si los resultados son normales; en el hombre, la Sociedad Americana de Urología indica que el rastreo del antígeno prostático (PSA) debería ser “optativo” entre los 55 y los 69 años, de acuerdo con la decisión del paciente informado acerca de los beneficios y los daños.
Las revistas científicas se sumaron a la corriente.
Tanto la Revista de la Asociación Médica Estadounidense (JAMA) como la Asociación Médica Británica (BMJ) lanzaron campañas para tomar conciencia sobre los riesgos del abuso de medicalización: “Menos es más” y “Demasiada medicina”, respectivamente.
En Argentina ya hay varios médicos que adhieren a esta tendencia de reducir la cantidad de estudios “de rutina” que se les solicitan a los pacientes.
“En sectores socioeconómicos con acceso a la medicina prepaga hay un exceso de medicalización y de estudios complementarios, que no siempre son necesarios”, señala Kopitowski. “El famoso pedido de análisis en busca de enfermedades de cualquier tipo no favorece a los pacientes”, resalta Nélida Savasta, del Servicio de Medicina Clínica del Hospital Alemán.
Además de superfluos, la médica del Italiano señala que tantos análisis pueden ser dañinos. “El resultado de un estudio repercute en el estado de una persona. La gente tiende a creer que más es mejor, pero uno, como profesional, debe estar seguro de prescribir exámenescuyos beneficios superen los daños o que vayan a implicar un cambio de conducta”, concluye Kopitowski.
Fuente:elclarin.com
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