Una serie de denuncias en contra de la industria farmaceútica dejó al descubierto Ben Goldacre, reconocido médico británico, escritor de ciencias e investigador de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, a través de su libro “Bad Pharma” (Mala Farma).
En la publicación, Goldacre no sólo explica que los fabricantes de medicamentos engañan a los médicos y a los pacientes, además señala que las irregularidades que se cometen podrían costar muchas vidas.
A continuación te presentamos las 10 malas prácticas de los laboratorios expuestas por Goldacre, y recogidas por el diario español
La Información.
1. La mayoría de los ensayos clínicos son patrocinados por la industria farmacéutica
El autor denuncia que la mayoría de los estudios de medicamentos que se realizan, son patrocinados por laboratorios farmacéuticos y que por lo mismo, muchos están alterados.
2. Los resultados negativos se ocultan
“Estamos viendo los resultados positivos y perdiéndonos los negativos. Deberíamos comenzar un registro de todos los ensayos clínicos, pedir a la gente que registre su estudio antes de comenzar e insistir en que publiquen sus resultados al final”, señala Goldacre, añadiendo que “los (ensayos) que tienen resultados negativos tienen dos veces más posibilidades de perderse que los positivos. Esto significa que las pruebas en las que basamos nuestras decisiones en Medicina están sistemáticamente sesgadas para destacar los beneficios que un tratamiento proporciona”
Entre las prácticas comunes denunciadas por el profesional está el interrumpir los ensayos que no están dando los resultados esperados y obligar a guardar silencio en torno al estudio a los científicos que realizan las pruebas. Esto podría ser fatal, pues se ponen en circulación medicamentos cuya efectividad no ha sido probada, explica.
3. Las farmacéuticas manipulan los resultados de los estudios
Goldacre dice que muchos ensayos tienen problemas de diseño, porque por ejemplo, se toma una muestra muy pequeña, se manipulan los resultados o incluso se comparan con productos que se sabe que son malos para la salud.
4. Los resultados no son replicables
El especialista dice en su libro que muchos resultados de ensayos no se pueden replicar, es decir, si se repiten no arrojan los mismos resultados. “En el año 2012, un grupo de investigadores informó en la revista Nature de su intento de replicar 53 estudios para el tratamiento temprano del cáncer: 47 de los 53 no pudieron ser replicados”, manifiesta.
5. Los comités de ética y organismos regulatorios son ineficientes
Tanto las autoridades estadounidenses como las europeas han sido ineficientes a la hora de tomar medidas frente a las denuncias contra la industria farmacéutica.
Asimismo, acusa que algunos organismos reguladores no dan información al respecto, excusándose con que se podrían malinterpretar o hacer un mal uso de los datos. Como ejemplo pone el caso del Rosiglitazone, indicando que pese a que en 2007 se conoció que el medicamento podría incrementar el riesgo de problemas cardíacos, sólo en 2010 se sacó del mercado.
6. Se recetan a menores, fármacos que sólo están autorizados para prescribirlos a adultos
Según Goldacre, éste sería el caso del antidepresivo Paroxetine, cuando pese a que la empresa GSK, conocía los efectos adversos en niños (aumento de número de suicidios entre quienes lo consumían) y no incluyó ninguna advertencia a la comunidad médica, por lo que se siguió prescribiendo.
7. Ensayos se realizan en su mayoría con grupos vulnerables
De acuerdo al autor, la mayoría de los ensayos se realizan con inmigrantes ilegales o personas en condición de pobreza. En Estados Unidos, dice Goldacre, los latinos participan hasta 7 veces más como voluntarios, pues esto les permite acceder a cobertura médica. Además, indica que los ensayos cada vez más se realizan en países como Rumania, porque sale más barato, pues el costo por paciente es de 3.000 dólares (1,4 millones de pesos) en esa nación, mientras en EEUU es de 30.000 (14,1 millones).
8. Conflictos de interés
Denuncia que directivos o miembros de organismos regulatorios, luego terminan trabajando para las farmacéuticas o que incluso algunas asociaciones de pacientes son financiadas por los laboratorios.
9. Pesa más el marketing que la ciencia
Goldacre denuncia que las farmacéuticas gastan en marketing, el doble de lo que invierten en investigación y desarrollo. Es más, dice que suelen ofrecer lujosos viajes a congresos a médicos, o publican ensayos clínicos que sólo buscan exaltar las propiedades del producto.
10. Deficiente criterio para aprobar medicamentos
Según el autor, en lugar de probar que un tratamiento es mejor que otro ya disponible, basta con que no exista otro. Él cita un estudio de 2007 que estableció que apenas la mitad de los remedios aprobados entre 1999 y 2005, fueron comparados con medicamentos existentes.
Esto provoca que esté lleno de fármacos que no revisten ningún beneficio y también de versiones de un mismo medicamento pero hechos por otras compañías o incluso por la misma cuando sus patentes prescriben. Pone como ejemplo el caso del protector estomacal Omeprazol -de AstraZeneca-, cuya patente prescribió, por lo que la empresa puso a la venta un medicamento similar (Esomeprazol) pero con un precio mucho más elevado.
Fuente:biochile.cl
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