En los últimos años, el consumo de fármacos para tratar
los problemas de disfunción eréctil se incrementó exponencialmente en el grupo
de hombres de entre 18 y 45 años, cuando el riesgo de padecer estos trastornos
por una causa orgánica es muy improbable.
Pero un trabajo realizado en la Universidad de Texas
(EEUU) y liderado por Christopher Harte mediante encuestas online a un total de
1.207 jóvenes universitarios muestra que el uso frecuente de este fármaco puede
afectar (para peor) el rendimiento sexual.
Los autores distribuyeron a los encuestados en tres
grupos: no consumidores, consumidores por uso recreativo y uso por motivos
médicos. Los resultados de los test de erección demostraban que los jóvenes que
los usaban recreativamente tenían una erección normal, igual que los no
consumidores. Sin embargo, a pesar de tener erecciones normales, la seguridad
que estos hombres tenían en sí mismos, en cuanto a poder mantenerlas era menor,
y esto supone un importante factor de riesgo para desarrollar problemas de
erección por causa psicológica.
Además, entre quienes recurren al sildenafil sin motivo
orgánico, se hallaron cifras mucho más bajas de satisfacción sexual que en los
otros dos grupos. El consumo recreativo de estas sustancias genera mucha
ansiedad anticipatoria, lo que puede explicar esta falta de autoconfianza, que
termina en la insatisfacción.
El efecto del consumo de estos fármacos produce
erecciones más duraderas y de mayor consistencia que las que se obtienen en
condiciones normales, sin que esto implique que se deba entender como el
estándar. Por tanto, otra posible explicación a esta frustración entre los
jóvenes consumidores recreativos sería que, de alguna manera, juzguen sus
erecciones naturales en ausencia del efecto de la pastilla como de menor
calidad(cuando en realidad son normales), lo que genera malestar y frustración.
El mensaje de los especialistas es que el consumo de
estas fármacos sin control médico y sin una causa justificada puede generar
expectativas poco realistas y modificar los estándares de comportamiento
sexual, provocando ansiedad de ejecución, falta de seguridad y confianza. Todo
esto es lo que, finalmente, puede llegar a provocar problemas reales de
erección.
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