La proliferación
de bacterias resistentes a los antibióticos amenaza los avances en salud.
“Existe el peligro de que un hombre ignorante pueda
fácilmente aplicarse una dosis insuficiente de antibiótico, y, al exponer a los
microbios a una cantidad no letal del medicamento, los haga resistentes”.
Aquella profecía que lanzó Alexánder Fleming en 1945, en su discurso al recibir
el premio Nobel por el descubrimiento de la penicilina, se ha cumplido. No es
que haya habido un hombre ignorante. Han sido millones de hombres y mujeres los
que, al medicarse mal cuando tenían una infección, han facilitado que las
bacterias y otros microorganismos adquieran resistencias, según establece
Elpaís.com.
Y la carrera evolutiva –bacterias que mutan para
sobrevivir al antibiótico contra seres humanos que desarrollan nuevos fármacos
para actuar contra los nuevos patógenos— ha llegado a un punto que ha llevado a
la Organización Mundial de la Salud (OMS) a emitir una alerta.
El llamamiento es claro: “Si no tomamos medidas
importantes para mejorar la prevención de las infecciones y no cambiamos
nuestra forma de producir, prescribir y utilizar los antibióticos, el mundo
sufrirá una pérdida progresiva de estos bienes de salud pública mundial cuyas
repercusiones serán devastadoras”, ha dicho Keiji Fukuda, subdirector general
de la OMS para Seguridad Sanitaria. “Los datos son muy preocupantes y
demuestran la existencia de resistencia a los antibióticos, especialmente a los
utilizados como último recurso, en todas las regiones del mundo”, indica la
OMS.
El problema de las resistencias no es nuevo, pero la OMS
ha intentado, por primera vez, ponerle cifras. Para ello ha pedido a los 194
países que son miembros de la organización que le envíen los datos más
recientes que tienen. Y ahí ha surgido el primer problema: solo 114 tenían
información acerca de alguna de las siete bacterias sobre las que se les
preguntó, y nada hace más difícil tratar un problema que no saber su extensión.
Aun así, son muchos los países que han contestado, y la conclusión es clara:
las formas más resistentes –las peores– están ya en todo el mundo.
“Estamos en un momento de transición. El problema de las
resistencias empieza a trascender el ámbito sanitario”, ha dicho Fukuda.
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