El uso a largo plazo de liraglutida, una sustancia que ayuda a disminuir los niveles de azúcar en sangre en pacientes con diabetes tipo 2, puede tener un efecto deteriorante sobre las células beta productoras de insulina, lo que lleva a un aumento en los niveles de azúcar en la sangre, según un estudio realizado en ratones implantados con células productoras de insulina humanas de un equipo de científicos del Instituto Karolinska, en Suecia, y la Universidad de Miami, en Estados Unidos.
Los investigadores, cuyo trabajo se revela en un artículo publicado en 'Cell Metabolism', alertan de las posibles consecuencias de esta popular forma terapéutica, la liraglutida, un medicamento de una relativamente nueva familia de fármacos que actúan imitando los efectos de una hormona, llamada péptido similar al glucagón-1 (GLP-1), naturalmente secretada por el intestino después de comer para ayudar a estabilizar los niveles de azúcar en la sangre.
Se usan comúnmente supresores de azúcar en la sangre en forma de análogos de la hormona incretina GLP-1 en el tratamiento de la diabetes tipo 2, ya que estimulan la respuesta a la glucosa de las células beta del páncreas para que secreten más insulina. Ahora, hay pruebas de que la terapia de liraglutida es eficaz al menos en el corto plazo, ya que produce una reducción inicial del azúcar en la sangre, muchos pacientes no responden al tratamiento y algunos, incluso, muestran reacciones adversas como náuseas, vómitos y diarrea.
Para estudiar los efectos a largo plazo de la terapia de la incretina, que previamente no habían sido analizados, los autores de esta investigación trabajaron con ratones humanizados, generados mediante el trasplante de células productoras de insulina humana en la cámara anterior del ojo. Los roedores recibieron dosis diarias de liraglutida durante más de 250 días, durante los cuales los científicos pudieron controlar cómo se vieron afectadas las células beta del páncreas.
Los resultados mostraron una mejora inicial en las células productoras de insulina, seguida de un agotamiento gradual, con reducción de la secreción de insulina como respuesta a la glucosa, algo que, según señalan los investigadores, fue inesperado. "Dada la falta de estudios clínicos sobre el efecto a largo plazo de estos fármacos en los pacientes con diabetes, se trata de un descubrimiento muy importante", afirma Midhat Abdulreda, investigador del Instituto de Investigación de Diabetes de la Escuela de Medicina Miller de la Universidad de Miami.
"También tenemos que tener en cuenta estos resultados antes de prescribir análogos de GLP-1 para la supresión del azúcar en sangre cuando se planifican regímenes de tratamiento a largo plazo para los pacientes", dice Per-Olof Berggren, profesor en el Centro de Investigación Rolf Luft para la Diabetes y Endocrinología en el Departamento de Medicina Molecular y Cirugía del Instituto Karolinska, Suecia. "Nuestro estudio muestra, en general, la forma de llevar a cabo estudios in vivo de los efectos a largo plazo de los fármacos sobre las células productoras de insulina humana, que debería ser muy importante para la industria farmacéutica", concluye.
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