La
desprescripción está adquiriendo un gran protagonismo en los últimos tiempos
aunque la realidad es que a día de hoy se dispone de escasas herramientas que
ayuden y asistan a los clínicos a iniciar el proceso de desprescripción.
La
sobreactuación terapéutica se reconoce como un problema ampliamente extendido
en nuestra sociedad y trae como consecuencia el sobretratamiento y la
polimedicación inapropiada. En contraposición aparece el concepto de la
desprescripción, de la que hemos hablado en varias ocasiones en este blog,
entendida como la retirada de medicamentos en un intento de reducir efectos
adversos y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
La suspensión
de un fármaco considerado inadecuado para un paciente ha existido desde
siempre. Sin embargo, ante el creciente problema de la polimedicación surge el
concepto de desprescripción como: un proceso de revisión y evaluación del plan
terapéutico a largo plazo, que permita suspender, sustituir o modificar la
dosis de fármacos, que fueron prescritos adecuadamente, pero que, bajo ciertas
condiciones clínicas pueden considerarse innecesarios o con una relación
beneficio-riesgo desfavorable.
El concepto
clave es la suspensión de medicamentos prescritos adecuadamente. Además, hay dos
características claras que deben diferenciar al proceso de desprescripción: la
monitorización de las variables de salud para impedir resultados negativos tras
la retirada del fármaco y la consideración del pronóstico de vida del paciente
como una condición relevante a la desprescripción de ciertos tratamientos. Esto
último se explica con los fármacos prescritos de forma preventiva cuyo tiempo
hasta beneficio esperado supera dicha esperanza de vida o prescritos durante un
tiempo mayor que el que han demostrado ser eficaces.
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