La imparable
propagación del virus de Wuhan ha disparado la atención sobre la carrera para
conseguir una vacuna. Al menos media docena de empresas, universidades e
instituciones han anunciado en los últimos días que están en la senda para
desarrollar el fármaco, en algún caso con la promesa de tener las primeras
dosis en unos meses.
Todas las
fuentes destacan el gran hito que ha supuesto la Coalición para Innovaciones
para la Preparación ante Epidemias (CEPI, en sus siglas en inglés), creada en
2017 para acortar los plazos de desarrollo de las vacunas y financiada con
fondos públicos y privados.
La CEPI ha
elegido apoyar tres proyectos aún en sus fases iniciales. Dos de ellos —de las
estadounidenses Moderna Therapeutics e Inovio Pharmaceuticals— están basados en
“plataformas”. “Es algo novedoso, similar a lo que se hace con la gripe cada
año, que solo cambias la cepa. Sobre la plataforma ya desarrollada para el
virus del MERS y la secuencia genética del de Wuhan, es posible desarrollar la
nueva vacuna sin empezar de cero todo el proceso”, explica Pérez Martín.
Otro proyecto apoyado por la CEPI está basado en proteínas virales y surge de la
Universidad de Queensland (Australia). A los anteriores, la CEPI sumó ayer un
nuevo socio: la farmacéutica británica GlaxoSmithKline (GSK). “La empresa
aportará sus ayudantes, que son unas sustancias que potencian la respuesta
inmune del organismo.
El Instituto
Pasteur de Francia y otras empresas y universidades han dado a conocer en las
últimas semanas otros proyectos.
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